
La llegada fue tipo película, cuando entre en casa se encendieron las luces, empezó a sonar música a todo volumen y abrazos, besos y lágrimas. Tengo que reconocer que al principio me asusté porque solo vi una sombra que se movía y pensaba que era un ladrón o algo así, pero resultó que era mi prima pequeña, que no se que ha comido desde que me fui, pero ahora es igual de alta/baja que yo y tiene 10 años.
El mismo miércoles por la noche empezaban las fiestas de San Sebastian de los Reyes, donde vivo y aunque al chupinazo no fui porque las pocas veces que he ido he acabado pegajosa, pringosa y llena de sidra de la cabeza a los pies y además no era plan de decir "esto.. familia que me voy" a las 2 horas de llegar. Pero luego si subí a la feria con mis primas pequeñas para pasearlas.
El jueves aproveche para invitar a toda la familia a cenar en una de las casetas y no se como, pero acabe compartiendo un mini de cerveza con mi padre. ¡Como me apetecía una cerveza fresquita! Yo no soy de beber mucho, pero no se tenia eso metido en mente, la cerveza y un mojito.
El viernes salí solo en busca de mi mojito, que tenia tantas ganas que hasta los cohetes me recordaban el principio de la canción de bacardi mojito... Pero no se que llevaba que el sábado tenia el estomago medio muerto. Así que el sábado salí de tranqui sin beber, porque además esa misma mañana mi abuela estaba empeñada en comer paella. Mezcla mortal, mojito, paella y dolor de todo.
Y por ahora no estoy echando mucho de menos a los franceses, aunque ayer me dio un poco de penilla al acordarme de todos los domingos allí.
Volveré con nuevas dentro de nada.